Huir del protagonismo (cuentito)
Fueron felices y comieron perdices. Después, mientras el narrador miraba para otra parte, los protagonistas escaparon a un lugar donde nadie puediera contar a todo el mundo lo que hacían a cada momento. Los protagonistas, un hombre y una mujer enamorados, estaban hartos de lo cotilla que era el narrador, siempre husmeando en sus vidas. No se habían atrevido a confesárselo al narrador, pero odiaban las perdices. A él le daban ardor de estomágo y ella no sabía prepararlas bien porque no era buena cocinera. Por desgracia, tampoco eran tan felices como para ponerse a comer sin preocuparse de todo lo demás. Por eso, para buscar la felicidad, escaparon del narrador.
- A ver cómo se las arregla sin nosotros el narrador ese -dijo Él desafiante.- Cuando se entere de que no estamos seguro que se queda en blanco.
- El editor le va a despedir porque no se le ocurrirá nada.
- Tengo hambre.
- Sólo nos quedan perdices, ya lo sabes, es lo único que nos da el narrador cuando termina el cuento.
- Al oír hablar de perdices me entran arcadas. ¿A dónde vamos?
Los protagonistas miraron al horizonte sin saber que rumbo tomar, hasta que a los dos se les ocurrió a la vez mudarse a este humilde blog, donde casi nadie les molesta, para empezar una nueva vida más tranquila en Chasquidos, a la vera de Anselmo Cobirán.
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