La oveja Latxa

Estaba esperando en la calle y para distraerme me fijé en los coches que pasaban delante de mi. En poco tiempo vi pasar varios con una margarita pegada en la parte trasera. Inocente de mi. No sabía entonces que era el piloto Fernando Alonso quien había puesto de moda estas pegatinas porque él y su equipo la estamparon en sus uniformes. La margarita perdió su gracia porque la moda se contagió, como la peste en la Edad Media, y termina por aburrir.

En el Pais Vasco se estila adornar el coche con una pegatina de la oveja latxa. El dibujo es gracioso, pero está cargado de connotaciones políticas nacionalistas, auque el grupo de amigos a los que se le ocurrió esta moda dicen que con esta imagen pretenden promover la cultura vasca y afirman (para quien se lo crea) que su motivación no es política. Yo no sé que pensar. La inocente ovejita es una versión vasca de la pegatina con la imagen de un Burro que es a su vez la alternativa nacionalista catalana al españolísimo Toro de Osborne.

Fernando Alonso muestra un carácter agrio de cara a la galería, más bien borde, pero al margen de ese defecto hay que reconocer que es admirable el orgullo que expresa por su tierra, Asturias, y por ende España. Los colores de sus banderas se mezclan en su casco. Azul por un lado, rojo y gualda por otro.

El patriotismo bien entendido es un sentimiento noble, pura esencia, comunión entre personas de un mismo país al margen de sus ideologías, pero se deprava cuando pasa por el filtro del nacionalismo.