Nostalgia de Club
Cuando paso por delante del solar que ha quedado vacío tras la demolición del Club Serranía en Cuenca a mi me invade la nostalgia porque cuando era niño disfruté muchas horas jugando en sus instalaciones que hoy han desaparecido. Partidos interminables en su pista de futbol sala y en el césped, la refrescante piscina con cuatro metros de profundidad en lo más hondo en la que me zambullía en verano y un grifo al aire libre de deliciosa agua fresca con la que saciaba la sed del ejercicio. Ni yo ni mis amigos de la infancia olvidaremos jamás el Serranía.
Derribaron hace unos meses este club deportivo, una parte de mi infancia, porque sus terrenos se han recalificado. El Ayuntamiento firmó un convenio con un grupo de constructoras para construir cientos de viviendas. Una operación multimillonaria, puro lucro, que en el mercado vale mucho más que la nostalgia, por la que nadie da un duro.
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