Abordaje a la taquilla
Las escenas de batalla naval son trepidantes, aunque repetitivas por momentos por el constante vaivén del pirata Jack Sparrow columpiándose por los cabos, al estilo Tarzán, mareando la cámara. Hacía tiempo que no me sorprendía al ver una pareja casándose en la pantalla grande, hasta que vi esta película. Atentos al atípico enlace.
Jack Sparrow, el protagonista, es un pirata peculiar que lleva rimel en los ojos. Por si eso no bastase para dudar de su masculinidad, la forma de andar que se gasta es de lo más amanerada y, sospechosamente, en esta tercera entrega no conquista a ninguna mujer. ¿Acaso se trata de un icono gay? El personaje está muy bien caracterizado y no requiere unas grandes dotes interpretativas para que el actor que lo encarna destaque. El reparto flojea en el caso de Keira Knightley, una cara de muñeca que para nada encaja en el papel de una pirata pendenciera. Por mucho que se esfuerza en desgañitarse o en poner un gesto agresivo no impone a nadie. Esta chica tan mona más me recuerda un anuncio de champú que una botella de ron en alta mar.
El género de películas de piratas estaba más que acabado, pero Piratas del Caribe lo resucitó, gracias a mezclarlo con un guión chispeante y un protagonista original como es Jack Sparrow.
Jamás osaría destripar una película que critico, pero les adelanto que después de dos horas y media el final que les espera es miserable y no hace justicia a este pirata. La mar es cruel.
Puntuación de Chasquidos: 1 palomitas
(en un escala del 0 al 5)
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