Mudanza mini

Marqué el número y me atendió una señorita con una voz muy bien impostada. De no ser porque la hipoteca me absorbía todos los pensamientos me hubiera enamorado de ella durante unos minutos. Le expliqué que me trasladaba a un minipiso y entonces ella me sorprendió al informarme de que la empresa ofertaba un servicio especial de mudanza para mini pisos, mucho más barato que el convencional. Fantástico, pensé, y acepté la oferta.
Al día siguiente, muy temprano, se presentó en casa de mis padres un hombre enclenque que llevaba una faja para protegerse la espalda. Yo pensaba que los encargados de mudanza eran tipos robustos con pinta de leñadores y mandíbulas de acero, pero este hombre me explicó que con la poca fuerza que tenía le bastaba porque le habían contratado para hacer una mini-mudanza.
En efecto, mis trastos pesaban más bien poco, y el muy enclenque se los llevó a mi ridicula minicasa en un par de viajes. Maldita hipoteca.
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