La maleta que pesa
Cuenca es una ciudad difícil. No es fácil vivir aquí. Una ciudad pequeña donde las rencillas están a la orden del día y en la que todo el mundo cree conocer a los demás, un terreno abonado para el prejuicio, pero en el que también se enlazan bonitas amistades. El carácter que infunde esta tierra a los conquenses es áspero y un clima brusco, que tanto hace tiritar como sudar, erosiona ese humor.
Estoy convencido de que en ciudades de provincias como Cuenca existen oportunidades, pero sólo están al alcance de quien tiene la humildad de buscarlas y sacarles provecho. Los hay ciegos que pasan por alto estas oportunidades que les brinda esta tierra y huyen sin mirar atrás hacia Madrid, Barcelona y otras grandes urbes donde terminan perdidos en la mediocridad más absoluta. Víctimas de Madrid. Madrid se las tragó.
Me compadezco del padre que se lamenta de que sus hijos hayan tenido que abandonar Cuenca, era sincero, pero pienso que cuando comentó que la gente preparada se marcha de esta ciudad, como si los que aquí permanecen fuesen menos válidos, pienso que en realidad no lo decía con el corazón sino con la boca pequeña porque seguro que en su alma reconoce el mérito de muchos conquenses, de gran prestigio e instrucción, que han sabido aprovechar las oportunidades sin hacer las maletas.
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