Un espía en plena forma

El espectador que se mete en el cine para ver una película de 007 espera por descontado un happy end. Un fueron felices y comieron perdices. Pues bien, en Casino Royale el argumento no se desarrolla de forma lineal hacia ese final feliz previsible. El argumento da uno, dos, tres, muchos giros de desconcierto en los últimos compases, pero sin perder el rumbo. A mi me parece un acierto narrativo.
La chica Bond es imprescindible en la receta de las películas del famoso espía 007. Un papel que en esta película se enfunda la atractiva actriz francesa Eva Green. La chica Bond de esta película no es como la de las anteriores, a las que Bond seducía y se entretenía con ellas como un juguete bonito hasta que se cansaba y las abandonaba para afrontar una nueva misión. Esta nueva chica Bond se muestra como toda una mujer lista y con carácter que desafía a la inteligencia de James Bond. En una divertida escena ambos están en el vagón restaurante de un tren y coquetean intercambiando agudas deducciones entre sí sobre sus personalidades. Esta vez es la chica quién rompe el corazón de Bond y no al revés.
El delicioso cuerpo de Eva Green, que sólo se insinúa en Casino Royale, no es un secreto porque ya se destapó al completo en The Dreamers, la morbosa película dirigida por Bernardo Bertolucci.
El estilo de una película Bond salta a la vista desde el principio, en los títulos de crédito, ese estilo que imitó Santiago Segura en una de las entregas de Torrente. Los de Casino Royale siguen la estética de las sugerentes animaciones de otras películas de la misma saga.
Chica Bond, títulos de crédito... La receta de 007 estaría sosa sin otro ingrediente: el coche. Bond se pone al volante de dos fabulosos Aston Martin, un modelo clásico y otro moderno, perfecto para una persecución a toda velocidad.
Las escenas de acción se desarrollan a un ritmo frenético con impresionantes tiros de cámara y perspectivas de vértigo en una emocionante pelea en lo alto de una grúa. No cabe duda de que Bond, por muchas películas que lleve encima, sigue estando en forma.
(en una escala del cero al cinco).
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