Destino alternativo
El profesor de Química se había enamorado de una de sus alumnas. Una tarde, después de impartir todas sus clases del día, se encerró en el laboratorio y deshojó con pinzas esterilizadas, porque era muy escrupuloso, una margarita que había encontrado en el jardin del instituto. El azar alternativo le diría si la chica le quería o no le quería. Deshojó uno a uno los pétalos de la flor y todo iba bien porque cuando llegó al último le tocaba el turno a la opción positiva, de que sí le quería, pero al arrancarlo el pétalo se partió en dos, de modo que el veredicto de la margarita se había torcido: ella no le correspondía. Por la noche, en su apartamento, no pudo conciliar el sueño porque le acosaban los remordimientos.
- Maldita sea, si hubiera desgajado las hojas con mis propias manos quizás el destino sería diferente -farfulló el supersticioso profesor de Química con la cara pegada a la almohada y el corazón roto.
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