El peloteo del Rey de la Tele

EL REY DE LA TELE: Yo que tu no lo descolgaba.
PRESIDENTE: No digas tonterías. ¿Cómo no lo voy a coger? ¿Acaso crees que me voy a arrugar? No olvides que yo soy el presidente y en esta región soy yo quien ordena y manda.
EL REY DE LA TELE: [por lo bajo] Eso no te lo crees ni tú.
PRESIDENTE[desconfiado]: ¿cómo dices?
EL REY DE LA TELE: No, nada. Tú mandas.
El teléfono sigue sonando. El presidente descuelga el auricular. El pulso le tiembla y se le escapa de las manos, pero logra atraparlo al vuelo antes de que caiga al suelo.
EL REY DE LA TELE: ¡Bravo! Pareces un malabarista. ¡Qué habilidad! Desafiaste a la ley de la gravedad. Newton estaría avergonzado.
PRESIDENTE: [su cara se sonroja por el halago. Con una mano tapa el auricular del teléfono] Gracias, gracias.
EL REY DE LA TELE[aplaudiendo]: Te mereces un reportaje de cinco minutos en el informativo de hora punta. !Qué diablos, un monográfico!
PRESIDENTE: [con el dedo índice cruzado entre los labios] Chiist. Me encanta que me hagan la pelota, pero cállate, que si no no oigo. [destapa el auricular]¿Quién es?
Se hace el silencio.
PRESIDENTE: [vuelve a tapar el auricular con la mano] Cógelo tú.
EL REY DE LA TELE: ¿Quién es?
PRESIDENTE: No preguntes y cógelo de una vez.
El Rey de la Tele se cubre con el capote atemorizado.
PRESIDENTE: ¡Cobarde! Vete de aquí. No tienes vergüenza torera.
El Rey de la Tele se marcha cabizbajo, sin quitarse el capote de encima.
PRESIDENTE: Sí, no sé qué pasa que no se oye. [disimulando] Un fallo en las líneas, supongo, máximo líder.
El presidente escucha atentamente unas instrucciones que el máximo líder le comunica por teléfono, asintiendo con la cabeza.
PRESIDENTE: Entendido, máximo líder. Tus deseos son órdenes. [cuelga]
La luz se desvanece en el despacho oficial del Presidente. Fin de la escena.
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