NUEVA TEMPORADA EN CHASQUIDOS. ANSELMO COBIRAN HA REANUDADO LAS PUBLICACIONES TRAS SU DESCANSO DE VERANO

miércoles, octubre 11, 2006

Paisano electoral

Bono no se presenta como candidato a la alcaldía de Madrid. Mejor para él y para todos. Su populismo recalcitrante no convencería a un sector importante del electorado madrileño, de un perfil sociológico distinto al que está acostumbrado en Castilla-La Mancha. Retrocedamos.
Etapa de Bono como presidente de la Junta. Un día cualquiera. Visita a un pueblo de la Mancha para inaugurar una fuente. Llega en un Audi de gama alta color oscuro con cristales tintados. Antes de bajarse del coche esboza la sonrisa. Le reciben el alcalde del pueblo y otras autoridades del Gobierno Autonómico. Delegados de la Junta y consejeros, todos de traje.
Antes de inaugurar la fuente se dan una vuelta por la localidad. Bono aprovecha para conversar con paisanos que se encuentra por el camino, como si fuera un Rey que rompe el protocolo para acercarse a la gente llana. Plebeyos que se suenan los mocos con pañuelos de papel y están exentos de pagar el impuesto sobre la renta.
Bono se acerca a un anciano con mirada despierta. Boina, camisa de algodón y un grueso chaleco de tejido rudo. Ganadero. No tiene el graduado escolar, pero posee el inmenso sentido común y la inteligencia práctica del campo.
El anciano no dice ni mu. Bono sabe como tratar la situación y le suelta unas palabritas sobre su mujer. Es viudo. Sobre el campo. La cosecha arruinada. O los hijos. Una casada y el otro en la Universidad de Valencia. Sin que el paisano se dé cuenta, uno de los asesores de Bono toma nota de todos los datos personales que le sonsaca. Nombre, apellidos, viudo, dos hijos. Esas anotaciones se conservarán y cuando Bono regrese al mismo pueblo procurará por todos los medios encontrarse al mismo paisano y le llamará por su nombre de pila para preguntarle por los estudios de su hijo.
El guión sigue su curso. Bono mira la muñeca del paisajo y se fija en que no tiene reloj. Entonces se quita el suyo, un reloj plateado que da el pego y parece caro, y se lo regala.
- Tome, el reloj del presidente.
El anciano acepta el regalo. Lo agradece con una sonrisa humilde.
A continuación Bono se acerca discretamente al asesor que ha tomado nota de todo y le susurra:
- Traéme otro, anda.
El asesor de prensa regresa al coche presidencial y abre el maletero. Adentro está guardada una caja llena de relojes y saca un recambio.

"Frente a quienes practican la intolerancia, desprecian la convivencia, no respetan las instituciones ni las normas elementales de una ordenada libertad de expresión", Anselmo Cobirán advierte de que en este blog no se consentirán comentarios de carácter ofensivo.