Rabia

El catedrático toma asiento con calma y antes de hablar bebe un sorbo de agua con gas. El aula donde dictará su conferencia está a rebosar. Alumnos con un expediente académico impecable, los mejores del país, autores de best sellers, críticos, otros catedráticos y también curiosos. El público está expectante.
- Buenos días -el catedrático rompe el silencio-
Los oídos se aguzan, todas la miradas están clavadas en él. Es uno de los autores más prestigiosos. Sus ensayos se han traducido en decenas de lenguas y a lo largo de su carrera ha recibido los galardones más importantes. Su currículo es envidiable. Los periódicos se rifan sus artículos de opinión y le ofrecen cantidades millonarias para que sea su colaborador. Es una eminencia.
- Escuchen bien lo que les digo: no se puede escribir con rabia.
Caras de sorpresa entre el público. El genial catedrático está improvisando. No tiene ningún papel ni otro documento sobre la mesa, pero habla con soltura como si recitase. Tiene carisma. Todos le admiran o le envidian. No hay termino medio. Nadie es indiferente a sus teorías ni a su arrolladora personalidad.
- Los malos sentimientos afectan a la misma sintaxis, que se ve deteriorada por un apasionamiento negativo. He analizado la redacción de las tesis expuestas por Lutero, alimentadas por la rabia contra la que os prevengo, y he llegado a conclusiones certeras...

[continuará...]