Incompleto
Anselmo Cobirán hacía malabarismos con bolas de papel en su despacho de Salceda de Caselas. Estaba triste y seco de ideas. La inspiración le había abandonado, así que salió a la calle a buscar negros que escribieran por él mientras se rascase la barriga.
Se dirigió directamente al bar del pueblo, el 'Ronsel' y se acercó a un par de paisanos que jugaban a la brisca en una de las mesas. Uno de ellos era el farmacéutico, don Damián Damián. Sus padres le pusieron el mismo nombre que el apellido porque les hacía gracia como sonaba la repetición, pero por culpa del bis los niños le martirizaron en el colegio durante años. Damián Damían tiene una mentalidad científica y se ríe de los literatos. Anselmo Cobirán le cae mal, pero leyó a escondidas su obra 'Son y Rumores'.
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