Asalto
- Dame un euro.
- No tengo suelto.
- Mentira. He visto como te registrabas los bolsillos y sonaban a calderilla. Tengo hambre.
- Yo también tengo hambre.
- Dame un euro.
- ¿Para qué? Para que te compres un brik de vino barato en el supermercado de la esquina y te emborraches con el primer gana pan que te salga al paso. Ni hablar. A los mendigos os tengo muy calados, créeme. Ni agua os doy.
[el mendigo saca una navaja]
- Dame todo lo que tengas.
- Qué miedo me das.
[el mendigo recibe una patada en la entrepierna y se le cae al suelo la navaja]
- Bonita navaja. Es de Albacete, pura artesanía. Seguro que la robaste a algún paleto desprevenido.
[el mendigo se queda sin aliento]
- Vamos, no te lo tomes tan a pecho. Anda levantate. Te ayudo.
- Gracias, perdona por amenazarte con la navaja. Es que estoy pasando una mala racha. He dejado a mi mujer. No la soporto. Dice que no me preocupo por ella.
- ¿y?
- Pues que no es cierto. Me importa mucho.
- Ya ves, por eso la abandonas. No me vengas con cuentos que no nacía ayer. Anda, toma tu navaja y no la vuelvas a utilizar para sacar los cuartos a la gente.
- Me la regaló ella.
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