Una casa

- ¡Enhorabuena, por fin te han dado las llaves!
- Sí, gracias, lo estaba deseando. Quiero mudarme cuanto antes a mi nueva casa, pero todavía tengo que pintarla. A ver si me vienen ya los pintores. Pero lo peor, no te imaginas,es el papeleo con el banco. Me están volviendo loca. Además no sabes la cantidad de pasta que se llevan los notarios en las escrituraciones.
- Te lo digo de verdad, enhorabuena.

Eusebio felicita a Marta cuando se encuentran paseando por la calle. Marta, sonriente por su adquisición, está contenta.

- Sí. Gracias, gracias. Tenía muchas ganas de independizarme.

Entra el narrador, un hombre de mediana edad vestido con un elegante traje negro. Su voz es firme:
- Marta, bonita. ¿Independizarte? Acabas de firmar una hipoteca. Vas a estar endeudada durante los próximos treinta años. Cuando termines de pagarla estarás menopáusica y los cimientos de tu hogar mucho más débiles.

Marta deja de sonreir. Eusebio mira hacia otra parte y se separan. El narrador los despide con una palmadita en la espalda y desaparece.